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Dentro de los cambios psíquicos que surgen durante la adolescencia el individuo se ve amenazado por una serie de tensiones a la reaparición de sus deseos instintivos reprimidos, que van a producirle una gran angustia. La superación de esta obligara al adolescente a poner en jugo sus mas firmes defensas, que estarán en parte condicionadas por la seguridad o madurez acumulada durante la etapa anterior: la de la infancia. Frecuentemente se ven padres que se quejan del gran egoísmo de sus hijos y de la frialdad de sus relaciones afectivas para con la familia. Sin embargo, los adolescente son también capaces de los mayores sacrificios o de establecer unas relaciones se amistad o de amor muy apasionadas. Pueden igualmente pasar de un comportamiento ascético a una actitud de entrega a cualquier tipo de sensación que les produzca placer.
Estas oscilaciones y cambios de humor y de carácter se han justificado, desde una perspectiva psicológica, a partir de dos puntos de vista contrapuestos. Uno de ellos se basaría en los cambios fisiológicos que se producen a partir de la pubertad y el otro establecería una total independencia entre los procesos físicos y psíquico, e interpretaría estos últimos como la señal de que el individuo ha llegado a su madurez anímica. En estas paginas se ha preferido partir de las 2 teorías, sin olvidar lo que la sexualidad va a significar en ese momento para el adolescente, dueño de un cuerpo que va cambiando poco a poco y que genera, por consiguiente, unas expectativas sexuales vividas, en la mayoría de los casos, con profunda ansiedad. En relación con el impulso sexual, se producen en la adolescencia un conjunto de cambios que conviene reseñar. Al comienzo de este periodo, se registra un aumento cuantitativo de los impulsos. En esta época se reactivan los instintos que componían la sexualidad infantil, reafirmándose una serie de conductas agresivo sexuales propias de los primeros años de vida del niño.
El preadolescente experimenta entontes una imperiosa necesidad de satisfacer sus deseos. Esta época coincidiría con un comportamiento caracterizado por la avidez, la crueldad, la falta de higiene y una desconsideración general. Mas adelante se efectuara un cambio en la cualidad de los impulsos sexuales genitales. En ese momento, el adolescente presenta una conducta mas satisfactoria de cara a su familia y a su ambiente, a costa de un aumento de control de sus nuevos impulsos, que le arrastran a una serie de fantasías incestuosas. Con el motivo debe mantenerse alerta y consumir parte de su energía en el adecuado manejo de sus defensas pues se trata de una lucha entre el control de de sus impulsos y la liberación de estos. Ello explica sus cambios de carácter y las dificultades para predecir el rumbo que seguirá su comportamiento que puede mostrarse rígido y lleno de inhibiciones o entregado sin medida a satisfacer todas sus necesidades. Los conflictos de la adolescencia se abordaran de forma diferente a medida que se comprendan sus determinaciones inconscientes. A los padres acostumbrados a una uniformidad de conducta durante el llamado periodo de latencia (aproximadamente de los cinco a los once o doce años) les resulta difícil enfrentarse a los continuos cambios de actitud de sus hijos, que les llevan, en la mayoría de los casos un abierto enfrentamiento con ellos. Los problemas se presentan tanto a nivel familiar como en el ámbito escolar. El chico no se propone la ruptura con su moralidad infantil con el simple propósito de fastidiar padres y maestros; en este sentido, ya hemos visto como sufre ante la reaparición de sus deseos mas reprimidos.