La
principal dificultad del viaje interestelar es la enorme distancia que ha de
cubrirse y en consecuencia el tiempo que llevaría con los métodos de propulsión
más realistas - desde décadas a milenios. Así, una nave interestelar estaría
mucho más expuesta a los peligros que se encuentran en los viajes
interplanetarios, tales como intenso vacío, radiación y micrometeoroides. El
largo tiempo de viaje hace difícil diseñar misiones tripuladas, y la
justificación económica de cualquier misión interestelar es casi imposible, ya
que los beneficios que no son accesibles en un plazo de décadas -o mayor- tienen
un valor actual cercano a cero.
Se ha sostenido que si una misión interestelar no puede ser completada en menos
de 50 años, probablemente no debería iniciarse. En vez de ello, el dinero
debería ser invertido en diseñar un mejor sistema de propulsión. Ello se debe a
que una nave espacial lenta probablemente sea rebasada por otra misión posterior
dotada de un sistema de propulsión más avanzado. Los viajes intergalácticos
implicarían distancias un millón de veces mayores que los
viajes interestelares, aumentando las
dificultades en un factor similar. Distancias interestelares Frecuentemente las
distancias astronómicas se miden por el tiempo que emplea la luz en viajar entre
dos puntos (véase año luz). La luz, en el vacío, viaja a 299.792.458 metros por
segundo. La distancia entre la Tierra y la Luna es de 1,3 segundos luz, que con
la tecnología de propulsión espacial actual, supone un viaje de unos tres días
de duración. La distancia entre la Tierra y otros planetas del sistema solar
varía entre tres minutos luz y unas cuatro horas luz. Dependiendo del planeta y
de su alineación con la Tierra, las naves espaciales no-tripuladas emplean entre
unos pocos meses y algo más de una década en realizar el viaje.
Sonda espacial Voyager 1. La estrella más cercana al Sol es Próxima Centauri,
enana roja a 4,23 años luz de distancia (véase Lista de estrellas más cercanas).
La nave espacial más rápida enviada hasta ahora hacia el exterior, Voyager 1, ha
recorrido 1/600 de año luz en 30 años y viaja a 1/18000 de la velocidad de la
luz. A esta velocidad, el viaje a Próxima Centauri duraría unos 72.000 años.
Indudablemente, dicha misión no estaba programada específicamente para viajar
rápidamente hacia las estrellas, y la tecnología actual es muy superior. El
tiempo de viaje puede reducirse a unos pocos milenios, o incluso a un siglo o
menos utilizando la propulsión nuclear de pulso (Proyecto Orión). Concepción
artística del Proyecto Orión de la NASA. Sin embargo, no existe tecnología
actual capaz de propulsar una nave con una velocidad tal que le permita alcanzar
otra estrella en menos de 50 años. Las teorías actuales en física señalan que es
imposible viajar más rápido que la luz (velocidad superlumínica), y sugieren que
de ser esto posible, podría también ser posible construir una máquina del tiempo
con métodos similares.
[ Colaborado por: Rosario Garcia como modo de colaboración
para Agendistas.com
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