El interpretador de comandos se encarga de realizar la interacción con el
usuario.
Su función básica consiste entonces en interpretar el comando dado por este y
ejecutar la acción correspondiente. En algunos casos se permite al usuario hacer
cosas como ejecutar varios comandos en paralelo o ejecutar una secuencia de
comandos haciendo que los resultados de la ejecución de un comando puedan usarse
como entrada al siguiente. Este tipo de facilidades pueden ser interesantes en
ciertos contextos y le dan una gran versatilidad a los sistemas.
En general un usuario puede dar dos tipos de comandos:
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Aquellos que permiten realizar funciones básicos del sistema como examinar el
directorio de los discos, renombrar un archivo, etc. y cuya ejecución implica el
llamado a un procedimiento del sistema que está siempre residente en la memoria.
Una vez ejecutado el comando se debe saltar nuevamente al interpretador de
comandos.
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Aquellos que implican la ejecución de un programa que está almacenado en el
disco, ya sea que éste es un utilitario del sistema (un formateador, un
depurador, un copiador sofisticado de archivos, etc.) o un programa de
aplicación al usuario. En cualquiera de
los dos casos, el programa debe cargarse y ejecutarse en la memoria, en la zona
del usuario. La ultima instrucción del programa debe ser un salto al
interpretador de comandos, o al módulo del sistema que se encarga de cargarlo.
En caso de que el comando solicitado no corresponda a un programa ejecutable del
disco se debe producir un mensaje para el usuario anunciándoselo. Colaborado por: Tomas del Corso, como modo de
colaboracion para Agendistas.com
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